Noticias

Entrevista con El Padrino, Michel Poletti fuera de cámara

UTMB es épico, y todo lo que lo rodea también. Por eso cuando supe que iba a conocer a los fundadores de la mítica vuelta al Montblanc, y al mexicano que mueve los hilos del circuito para todo Latinoamérica, mi mente creó una escena como sacada de El Padrino, con Don Vito Corleone y su comitiva incluidos. Nada más lejos de la realidad.

El día del evento partía con un trote recreativo por el mismo lugar que recorrí entre barro, lluvia y muchísimo frío terminando los 100k de Torrencial en junio. Esta vez el Arboreto nos recibió de primavera, ideal para una salida tipo social por el parque.

Cuando llegué, ya había un grupo de corredores listos para empezar la actividad y nadie parecía salido de una película de la Mafia. Ni por apariencia ni por actitud. Pero sí destacaba por su altura Alejandro Ochoa, el representante de UTMB en América Latina, un hombre delgado y con claro aspecto de corredor. A su lado un señor de más edad, miraba todo con el mismo entusiasmo de un niño frente a un parque de juegos.  Era Michel Poletti, fundador de UTMB y figura clave de la jornada.

No sé por qué me imaginaba que tenía que ser alguien grande. Quizás porque todo en torno a UTMB es así: largadas masivas, muchísimas carreras, un sorteo que paraliza la planificación anual de muchos corredores, el marketing y por qué no decirlo, también los precios… Y Michel era todo menos eso. Un poco más alto que yo tal vez, pelo blanco, ojos claros muy vivos, un físico que  lo delata como deportista de toda la vida (después me contó que desde los 15 años participaba en deporte competitivo) y un aire sencillo que contrastaba con el cargo de ser el “padrino” del mayor circuito de trail a nivel mundial.

Después de algunas palabras de los protagonistas, salimos a un trote tranquilo todos juntos. Así pude conversar con Alejandro, el mexicano, y compartir nuestras impresiones de haber corrido hace poco las 100 millas de UTMB. La noche, el frío, el desafío y la satisfacción de lograrlo. Aunque tuvimos diferentes celebraciones post meta…

Luego de la primera pausa grupal, tuve una suerte de esas que se dan una vez en la vida: seguir compartiendo casi todo el resto de la ruta con Michel. Me contó que este año también había estado en la largada de las 100 millas en UTMB, pero se había retirado cerca del kilómetro 100, y no pude más que pensar en la igualdad de la montaña: ni siquiera el fundador del circuito se salva de decir “hasta aquí llego”.

Aunque esta vez no lo logró,  ya ha terminado la carrera un par de veces. Mientras me aseguraba que lo va a volver a intentar, la conversación fue fluyendo como si estuviera con cualquier otro compañero casual de kilómetros.

Entre bosque nativo y digüeñes, le pregunté sobre su vida, sobre UTMB, sobre su visión. Me contó como todo nació de un sueño loco, un poco por azar. Un incendio que cortó parte de la ruta de una carrera anterior que se hacía por relevos, puso fin a esta actividad que unía los 3 países: Francia, Italia y Suiza.

Después de un par de conversaciones de café con autoridades del sector, Michel decidió jugársela.  Él soñaba con dar la vuelta al Montblanc corriendo y eligió arriesgarse. Junto a su esposa Catherine Poletti (que no participó del trote, pero conocí más tarde) armaron la primera versión de UTMB. Nunca imaginaron que iban a tener 700 corredores inscritos, y mucho menos que estaban poniendo la primera piedra para lo que llegaría a ser la carrera más importante de trail running a nivel mundial.

Me contó que esa vez el clima estuvo muy duro, según él similar a lo que nos tocó la primera noche este año, y solo hubo alrededor de 300 finishers. Pero nació la leyenda, y rápidamente aumentaron las inscripciones cada año, hasta llegar a los 11 mil inscritos en todas las distancias de 2025.

Más que los datos duros, aluciné con escuchar de primera fuente toda su historia. El origen de las demás rutas, la preocupación por la conexión humana entre países y darle a cada uno su espacio. Y como esta carrera se basa principalmente en eso, mantener viva una actividad que unía Francia, Italia y Suiza. Se nota que es un enamorado del deporte y de su ciudad, Chamonix. Habla con la misma pasión de sus inicios, de UTMB, de zapatillas o de libros que recomienda.

Corriendo ahora por esos senderos con los que tanto peleé en Torrencial, re escribí completamente mi relación con ellos. Se veía el paisaje, podía correr sin pensar, y además conversando con alguien que para mí era tan poco asequible como puede ser Tom Cruise. Le conté que me enamoré de UTMB después de estar allá, que antes pensaba que era “una carrera más”, que había que vivirla, había que soñarla, y seguir adelante… pero que una vez que estuve ahí, me hipnotizó y entendí que conflictos más, conflictos menos, por algo es UTMB y que ya sueño con estar nuevamente allá. Lo sentí auténticamente feliz de escuchar eso, se nota orgulloso de su obra, casi como un papá viendo a su hijo lograr algo importante.

Entre tanta pregunta me pidió que mejor caminemos en la subida, porque a sus años correr y conversar cuesta arriba ya no es tan fácil. Y de repente me acuerdo con quién estoy hablando, que tiene más de 70 años, que hace un mes corrió 100k de los 175k de UTMB, “su propia CCC” como me dijo en broma, pero también corrió 58k en Paraty la semana pasada (y a buen ritmo me contaron), y que venía de un viaje por varios países, y le queda la mitad aún por recorrer.

Sentí en su  voz un poco de nostalgia por el paso del tiempo, me repitió su edad, yo le repetí la mía, y que quiero ser como él cuando grande… Pero me quedo con el recuerdo de la mirada entre soñadora y un poco triste que cambió sus ojos por un momento. Corto y profundo minuto de silencio, mientras yo soñaba con llegar a su edad corriendo, él tal vez dudaba de si podía seguir. Quizás todos tenemos el minuto de dudas “¿y si ya fue?”…

Me di cuenta que llevaba varios kilómetros bombardeándolo con preguntas, quizás no del todo políticamente correctas, pero era totalmente off the record, y se sentía como conversación de amigos. Le comenté eso… que me ganó el impulso y no podía soltar mi deformación profesional y me disculpé por monopolizarlo y obligarlo a conversar. Como ya dije, está lejos de ser un Vito Corleone, lo sentí súper humano y súper cercano, se rió un poco y me siguió contando historias. Muy diferente del personaje gangsteril que algunos describen, y no quiero pensar que soy ingenua, prefiero creer en la humanidad.

El estreno y las cervezas

Más tarde era el lanzamiento del documental de Torrencial by UTMB. Y en la previa conocí a Catherine Poletti, una mujer súper especial. Ella lleva más el marketing y comunicaciones, y habla con decisión, cariño a su trabajo y mucha seguridad.

Voy a omitir la ceremonia y todo lo linda que fue… eso lo podemos hablar en otra oportunidad… Pero sí voy a contar que pude entrevistarlos y volví a sentir la emoción de mi profesión… Me hubiera gustado poder profundizar, pero había un cocktail esperándonos y el tiempo corría. Me quedo con algo que dijeron, que UTMB llega donde hay pasión, donde hay voluntad, es una relación de confianza que nace del interés y el deseo de los organizadores de ser parte. Y no puedo más que recordar que todo esto nació de las ganas de esta pareja, de su pasión, de su disposición a jugársela por un sueño. Y todo me hace sentido.

Era momento de una merecida cerveza. Y mientras todos subían por las escaleras a la recepción, acompañé a Catherine que por temas de salud tenía que ir por el ascensor. Terminamos por error en otro evento, MUY formal, buscando sin éxito caras conocidas. Rápidamente nos enteramos que no era ahí (por suerte jajaja!) y la pude ver reír y reaccionar con mucha espontaneidad a nuestro impasse y mi poca habilidad como guía en hoteles.

Arriba, donde sí era, esperaba la cerveza. La misma que conversamos en la tarde que era mejor después de correr. La misma que yo dije que me iba a tomar 5 litros para celebrar en la meta de mis 175 kms, y llegué solo a 2,5 lts ese día… y que tanta gracia le causó a Alejandro Ochoa, porque él no pudo tomar alcohol ese domingo post carrera. Ahora todos tomamos y compartimos, celebrando las carreras, celebrando la visita, celebrando Torrencial. Yo agradecida de la suma de casualidades que me hicieron ir ese día, de haber vivido lo que viví, prometiendo volver a UTMB, volver a cruzar esa meta después de las míticas 100 millas. Sé que puedo, sé que quiero, sé que voy a volver!

Y con esa promesa me despedí de ellos. Con la certeza de que Michel va a volver a cumplir su sueño de dar la vuelta al Montblanc, que los años no le van a ganar! Y con la (no tan) secreta esperanza de estar ahí para ver cuando lo logre!

No encontré al Vito Corleone de la montaña. Encontré algo aún mejor. Más que una leyenda inalcanzable, un hombre con sueños, con dudas, con humor y cercanía, tan falible como poderoso. El padrino de una historia en que él escribió las primeras líneas trazando rutas en la montaña, y que años después sigue creando capítulos en la vida de miles de corredores.

Pepa Canales

Ultra periodista

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *